Honestamente no creí que fuera a tener tema alguno para la siguiente entrada de este nuevo y flamante blog en la web.
Hoy desperté con la alarma y hacía ya un par de semanas que no pasaba tal cosa. Desperté con los ánimos muy por abajo de mi estándar, puesto que yo sé que en mis días nada interesante pasará porque realmente no tengo humor para hacer que suceda la magia de un día increíble. Mire la pantalla de mi móvil y ¡sorpresa! Un amigo publicó que había empezado a llover y claro, rápidamente me levanté de la cama para asomarme por la ventana y efectivamente había un cielo nublado pero lástima que no hacía nada de frío. Aún así pensé que era un bonito día. Después empezó a mejorar. Percibí un aroma ya conocido: pancakes (o hotcakes, o quequas, o como las conozcas). Me alegré mucho porque el día sólo estaba mejorando. Qué sorpresa. Al finalizar el desayuno y la plática mañanera con mi madre, decidí que hoy estaba llendo de maravilla que debía continuar ayudando al día y me alisté pronto para lo que pintaba el mejor día desde el viaje que tuve a Ensenada hace un par de semanas. En fin, no sé porqué comencé la búsqueda de un trabajo. Honestamente no fui hecha para estar sin echar andar este cerebro. Así que entre a nuestro amigo fiel, el mejor navegador del mundo y ¡voilà! Un empleo de mi profesión. Con lo díficil que es hallar uno y aún más sorprendente, uno que sea de mi profesión. Me puse a bailar, literalmente, en mi cuarto como loca y a gritar de la emoción. No cabía en mí en ese minuto de serendipia. Porque valga usted a saber, lector, sí buscaba trabajo pero jamás pensé encontrar de mi profesión. Lo repito. Sin más ni menos, envié el currículum y estuve esperando la respuesta inmediata que nunca llegó.
Al menos empieza a sentirse un aire de esperanza de que pronto dejaré esta vida sedentaria que vivo en mi cuarto. Eso de andar pidiendo dinero a mis padres, ya hace bastante tiempo dejó de ser una opción viable para esta señorita que quiere al fin independizarse.
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