lunes, 31 de agosto de 2015

Jocoso fin de semana

El fin de semana es algo que todos esperamos cuando es lunes. Yo no espero el fin de semana. De hecho, nunca lo he hecho. Ni cuando me tenían atrapada en la primaria. Ni cuando estaba pasando por la enfermedad de la secundaria (adolescencia). Ni hablar de los estudios profesionales de mis títulos de técnico en informática y licenciada en traducción. Siempre me gusto la escuela. Y aún más aprender. Así que mi relación con los fines de semana sólo se resumen en una cosa: dormir. 

El domingo es mi día de dormir hasta la hora que me quiera levantar. Usualmente, despierto más temprano de lo que quisiera. La costumbre de despertar temprano es fuerte en mí. Pero este fin de semana fue valioso para mí porque lo fue para mi novio. Últimamente lo he visto agotado y fue agradable escucharle decir que este fin de semana había sido el mejor en mucho tiempo. 
Como el jueves estuvimos de hogareños horneando, decidimos que el viernes sería un día para salir a distraernos. Para él si hay un fin de semana. Pero nuestros planes cambiaron el mismo viernes en la mañana porque visitaríamos a un muy buen amigo que llegó de Monterrey. Estuvimos platicando un rato en un lugar bastante tranquilo para ponerse al día y después nos habló de una oferta de trabajo. Aunque presiento que iba más dirigida para mi novio que para mí. En fin, dieron las ocho, casi nueve de la noche y fuimos a un lugar a escuchar música y beber un poco. El lugar era bastante peculiar desde los que estaban atendiendo hasta la gente que estaba disfrutando de su hookah y su cerveza. Una mezcla interesante. Verán, es común que en Tijuana existan bares que van a cierto público pero poco a poco veo como se mezclan las clases y tribus urbanas, lo cual es bueno. Dejando de lado esta diversidad, después de un par de cervezas nos fuimos a casa sin cumplir el plan original para el viernes. Pero ¿qué haces cuando un amigo de otra ciudad llega de repente y te invita a salir? No lo dejas plantado. Y menos si él paga. 

Sábado por la mañana y no me podía levantar, y eso que no tomé casi nada la noche anterior. Me levanté y todo el ritual que hago normalmente en sábado fue llevado a cabo como cualquier otro día. Hablamos de nuevo de que saldríamos a hacer algo que quisiéramos ambos y fuimos a un lugar donde mi hermano menor estaría vendiendo su marca independiente (jaja! pero sí, él es todo un empresario). Después fuimos a donde ponen películas que usualmente no llegan a las salas de nuestros cines de marcas reconocidas.
Vimos una película noruega llamada 
Få meg på, for faen! (Turn me on, dammit!, en inglés) de una muchachita de unos 15 años explorando su sexualidad. Bastante jocosa la historia pero se disfruta si no tienes problemas de hablar sobre tal tema. Saliendo de ahí, hicimos el recorrido que se podría decir que es típico en Tijuana cuando buscas la fiesta: buscar el bar de agrado en la famosa Plaza Fiesta o Plaza del Zapato. Hay tantos bares de todo y para todos que a veces es díficil elegir uno pero no tardamos en decidir porque recordé que un amigo/vecino estaba celebrando su cumpleaños y decidimos ir bien frescos al Fresco Bar. 
Las noches que vives en los bares de Tijuana son siempre buenas noches de fiesta porque es 100% seguro que te encontrarás a alguien que conoces e incluso aunque no quisieras encontrarte con nadie, seguro alguien se te cruza por el camino. 

Domingo y el fin de semana se estaba acabando aunque no lo sintiéramos. Pero para no mentirles y hacer esto rápido, este día duró menos porque desperté a medio día. Honestamente me propasé un poco con la bebida la noche anterior. Creo que tomé el equivalente a media caguama (o un poco más porque mi novio era el conductor designado) y una cervecita artesanal de quién sabe cuántos grados de alcohol. Nada mal para una chica que dice que no le gusta la cerveza. En realidad, estoy llorando de más, nadie puede ponerse mal con lo que tomé pero yo me puse "alegre" y bailé lo que se me permitió. En fin, regresando a la historia, salí a una fiesta de cumpleaños con mis ex-compañeros de trabajo, hubo pastel, piñata y toda la cosa y después volví a ir al lugar que ya mencioné, aquel donde proyectan películas independientes. El plan había sido irnos de la fiesta temprano para ver Lolita (1997) pero llegamos algo tarde y términamos mirando Feuchtgebiete (Zonas húmedas o Wetlands) una películilla alemana bastante emocionante si eres un puberto en busca de una película que te va a llenar de morbo por las chicas rebeldes y sus vidas sexuales privadas y no tan privadas. Me gustó la película (aunque yo no soy ninguna puberta en busca de cochinadas de la vida sexual de nadie) hasta cierto punto me sentí identificada con la protagonista, sólo que yo sería la versión mojigata y mexicana. Me reí cómo nunca por cosas que no acostumbro reír y disfruté mucho que mi novio está amando el séptimo arte tanto como yo. Esto me huele a que estamos por hacer un día al mes dedicado al arte número siete. 

Qué puedo decir, mi fin de semana lleva más detalles de los que les puedo contar pero el punto es que lo disfruté y esto de estar desempleada no es tan malo si puedes desvelarte un poco haciendo cosas que te gustan.








Nota: no vean las películas que llegaron a mis ojos este fin de semana si no tienen un amplio criterio sobre la sexualidad. 




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